La minería en Mendoza gana aceptación impulsada por el empleo y la crisis económica, según un informe reciente de Poliarquía.
Tras las frustraciones de la aprobación de la ley 7722, el retiro de la DIA de San Jorge en 2011, el fracaso político de la modificación de la 7722 en 2019 y, en medio de todo ese proceso, el abandono de la provincia por parte de Vale del proyecto de Potasio Río Colorado, una parte importante de Mendoza parece empezar a creer nuevamente que la minería es una gran oportunidad de desarrollo y crecimiento.
Sin embargo, del trabajo de la consultora porteña también se desprende que la volatilidad social respecto a la actividad es alta.
Según el análisis presentado por Ernesto Cussianovich, director de Poliarquía, el valor central que define el sentimiento de vivir en Mendoza es, de manera abrumadora y persistente, la tranquilidad. Datos de mayo y septiembre, incluso en momentos de fuerte contraste estacional o electoral, muestran que la tranquilidad se mantiene como el factor prioritario (con porcentajes entre 31% y 32%). Este patrón se repite en otras provincias mineras, pero en el caso mendocino adquiere una relevancia crítica: el público está declarando que, si bien desea recursos naturales -incluyendo rafting, nieve, buen vino y paisajes- y también quiere minería, exige que esta última genere tranquilidad, evitando los "sobresaltos".
Esta búsqueda de la calma se da en el contexto de una provincia cuya construcción del sector minero ha sido completamente autónoma, a diferencia de otras jurisdicciones. Además, Mendoza arrastra la carga (como ya explicamos) de frustraciones significativas. A pesar de estos antecedentes, hubo una "insistencia" y una "decisión política".
De hecho, la tendencia en la imagen de la minería ha experimentado un cambio notable. Desde 2021, cuando la imagen era predominantemente negativa, se ha avanzado hacia un "cierto equilibrio" en solo cuatro años, tal como su puede observar en el siguiente cuadro.
Ernesto Cussianovich, de Poliarquia, presento el informe de la relación de Mendoza con la minería, durante la Argentina Mining
Según Cussianovich, aquí se manifiesta la confrontación entre el homo económicus y el homo ecológicus. Cuando la situación de empleo es ajustada, la necesidad tiene "cara de hereje", y la búsqueda de trabajo y crecimiento económico se impone, volviendo "todo aceptable". El homo económicus prioriza el "beneficio, la ganancia" y, en una expresión coloquial, "billetera mata galán".
Esta necesidad se cristaliza en un conocimiento específico: el cobre. Pese al bajo conocimiento general de la minería, dos tercios de los encuestados están al tanto de la existencia de cobre en Mendoza. El cobre actúa como un "ventrílocuo" de la actividad minera, y más de la mitad de los mendocinos (más del 50%) dice estar de acuerdo con su producción, impulsados por la expectativa de empleo y la pregunta latente: "¿Dónde está mi parte?".
La aparición del cobre como eje discursivo dentro del debate minero mendocino representa más que un mineral: es una síntesis simbólica del desarrollo esperado. La población lo asocia con empleo, modernización y exportaciones, pero también con el desafío ambiental que deberá enfrentar la provincia si decide avanzar con nuevos proyectos. En ese equilibrio entre progreso y cuidado ambiental se define buena parte del futuro minero mendocino.
El estudio también subraya la fuerte impronta localista: un 75% de los mendocinos considera que los beneficios de la minería deben ser primariamente para los propios mendocinos. Esta visión, compartida con otras provincias mineras, refuerza el "reverdecer del localismo y del provincialismo".
Finalmente, el análisis advierte sobre la estrategia para el futuro desarrollo. La gran ventaja de Mendoza es la convivencia de actividades: produce uno de los mejores vinos del mundo, ofrece turismo y paisajes. Los expertos enfatizan que cualquier intento de construir una identidad bajo el rótulo de "Mendoza Minera" sería un "gran error". La gestión exitosa requerirá que el sector y el gobierno comprendan que la minería debe coexistir, manejando las altas expectativas de empleo y asegurando el control -solo el 30% cree que el gobierno provincial ejerce un control efectivo-.
En esencia, la opinión pública mendocina es hoy un delicado balance: un deseo arraigado de tranquilidad se enfrenta a la urgente necesidad de desarrollo y empleo, una ecuación que, si bien ha mejorado la imagen del sector, exige decisiones políticas firmes, ya que, en Argentina, "sin decisiones políticas el mercado no es suficiente".