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Internación, alzhéimer y familia: cuándo decidir y cómo acompañar

Elegir el momento y la residencia adecuada no es sencillo: hay que evaluar aspectos médicos, emocionales, económicos y funcionales.

Miercoles, 7 de Mayo de 2025
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Cuando una persona mayor empieza a desorientarse, olvidar lo cotidiano o poner en riesgo su seguridad, muchas familias deben tomar decisiones que implican dolor, cansancio y culpa. Frente a un diagnóstico de alzhéimer, el ingreso en una residencia especializada puede transformarse en una opción inevitable.

Estela tuvo que afrontar esa decisión cuando su marido, Carlos, de 84 años, comenzó a extraviarse en la calle y a sufrir caídas en el hogar. A pesar de la resistencia emocional, el agotamiento físico y la preocupación por su bienestar hicieron que toda la familia optara por una internación. Casos como el de Estela son cada vez más frecuentes, en un contexto donde el envejecimiento de la población y las enfermedades cognitivas aumentan año tras año.

Cuando el hogar ya no alcanza

La decisión familiar de institucionalizar a una persona con deterioro cognitivo suele producirse tras un evento que pone de manifiesto la imposibilidad de cuidarla en casa. "Decidí volver a hablar con el médico de mi esposo después de varios episodios de desorientación que lo llevaron a perderse en la calle. La sensación de no encontrarlo se volvió insostenible", comenta Estela. "No quería hacerlo, me resistía, pero mis hijos insistieron. Comencé a sentirme más cansada en el cuidado y me lastimé al intentar evitar que se cayera. Hasta que no estuve convencida, no pude tomar la decisión. Aun así, fue muy difícil".

El neurólogo aconsejó considerar la internación para garantizar cuidados dignos y evitar sobrecargas. "Si yo también enfermaba al cuidar a Carlos en casa, nos quedaríamos sin una red social de apoyo", cuenta Estela. El siguiente paso fue elegir el lugar más adecuado para que su vida fuera confortable y la familia sintiera tranquilidad sobre su futuro. Pero, ¿cómo elegir el mejor lugar? La respuesta no es única: depende del presupuesto, el estado del paciente y el avance de la enfermedad.

Un paso a paso que incluye diagnóstico, planificación y vínculo

Según el Programa Nacional de Datos, Docencia e Investigación en Alzheimer (Pronadial) de la Facultad de Medicina de la UBA, "la población de adultos mayores está creciendo significativamente, y se espera un aumento en enfermedades como incontinencia, inmovilidad, depresión, abuso, polifarmacia y demencia". El deterioro cognitivo es una de las alteraciones más comunes en adultos mayores y la Enfermedad de Alzheimer representa entre el 60 y 70 por ciento de los casos. A partir de los 65 años, la prevalencia se duplica cada cinco años, alcanzando hasta un 40% en personas de más de 85 años.

Muchos de estos casos son difíciles de manejar en casa y no siempre la seguridad social cubre las necesidades del paciente y su familia. Para la doctora Lía Susana Daichman, médica gerontóloga y presidenta del Centro Internacional de Longevidad, el momento de buscar una residencia llega "cuando las condiciones del domicilio no pueden responder a las necesidades de la persona mayor, o cuando se vuelve incontinente, invierte el ritmo del sueño o deja de reconocer a los familiares".

La licenciada Mara Maslavski, coordinadora gerontológica de la Residencia Manantial, especializada en personas con deterioro cognitivo, coincide: "No hay un único momento para tomar esta decisión; dependerá de cada familia. No es necesario que la enfermedad esté avanzada; con un diagnóstico ya se pueden planificar decisiones e intervenciones terapéuticas".

Internaciones con enfoque integral y calidad de vida

El proceso de ingreso en una residencia debe comenzar con una "valoración geriátrica integral", explica Daichman: "Es una evaluación multidimensional donde se detectan los problemas de la persona mayor, se registran recursos y se desarrolla un plan de cuidados basado en lo clínico, funcional físico, mental y social". Este enfoque permite planificar el cuidado y aprovechar al máximo los recursos sociosanitarios.

Según explica Maslavski, el ingreso comienza con una entrevista y una visita al lugar. Luego se realiza la historia clínica y se evalúan aspectos terapéuticos, clínicos y personales.

Maslavski detalla: "Recogemos la historia de vida a través de entrevistas extensas. Si más adelante no recuerda su perfume favorito, pero lo tenemos, podemos ofrecérselo para que se sienta mejor". El objetivo es una atención centrada en la persona, que respete sus gustos y potencie sus habilidades.

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La especialista remarca que muchos pacientes llegan con un bajo nivel de cuidado, no por falta de afecto, sino por la imposibilidad del entorno familiar de brindar asistencia especializada. "Si esto ocurre, hay que buscar un lugar que les permita alcanzar su nivel real de desempeño. No se van a curar, pero pueden realizar actividades que en casa no podían. Así, las visitas familiares se transforman en momentos de calidad y participación".

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