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Viñedos en el desierto: así convirtió China miles de hectáreas de tierra estéril en vinos de excelencia

En la árida frontera del desierto de Gobi, China ha logrado lo impensado: transformar suelos infértiles en una potencia vitivinícola.

Miercoles, 2 de Julio de 2025
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En el corazón de China, donde el viento del desierto del Gobi suele azotar con fuerza las llanuras estériles, hoy se alzan interminables hileras de vides que producen algunos de los vinos más premiados del país y del mundo. A la sombra de las montañas Helan, en la Región Autónoma Hui de Ningxia, se gesta un fenómeno que combina innovación agrícola, ambición estatal y resiliencia humana: la conversión del desierto en un paraíso vinícola.

Hace apenas dos décadas, el terreno que se extiende entre las montañas Helan y el río Amarillo era un árido desierto, símbolo de aislamiento y pobreza. Hoy, se convirtió en una de las regiones vitivinícolas emergentes más prometedoras del mundo. Este milagro agrícola es el resultado de una visión de largo plazo, impulsada por el gobierno chino, que apostó por transformar lo inhóspito en fértil. Y el vino, contra todo pronóstico, fue la punta de lanza.

La historia de Emma Ding resume este espíritu pionero. Exfinanciera de Tianjin y fundadora de Jade Vineyard, una de las bodegas más exclusivas de Ningxia, afirma que le bastaron "cinco minutos" para decidir establecerse en la región cuando visitó por primera vez las montañas Helan. Desde entonces, su bodega ha recibido 110 premios internacionales, entre ellos medallas de oro en los prestigiosos Concours Mondial de Bruxelles y Berliner Wein Trophy.

Emma no es la única que ha sucumbido al embrujo del terroir de Ningxia. A más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, con más de 3.000 horas de sol al año, escasas precipitaciones y suelos ricos en minerales, el microclima de la región ofrece condiciones excepcionales para el cultivo de uvas. La oscilación térmica diaria, de hasta 15 grados, permite una maduración lenta que intensifica los sabores y taninos de la fruta. Este singular ecosistema ha seducido tanto a emprendedores chinos como a expertos enológicos formados en el extranjero.

Zhao Wenyang, originario de Henan y formado en Francia y Nueva Zelanda, es uno de los enólogos clave en Jade Vineyard. Su conocimiento internacional ha sido crucial para adaptar técnicas clásicas europeas al entorno extremo del Gobi. "Hemos aprendido del modelo francés, pero aquí utilizamos nuestro propio método. Entre noviembre y marzo, enterramos las vides para protegerlas de las temperaturas que bajan hasta 27 grados bajo cero, algo que en Europa casi no existe", explica.

El auge del vino en Ningxia no es una casualidad ni una moda pasajera. En 1984, el gobierno chino inició un ambicioso plan para combatir la desertificación y erradicar la pobreza mediante la agricultura. La introducción del viñedo fue una de las medidas estratégicas. Desde entonces, el proyecto ha crecido con apoyo estatal, inversiones millonarias y un sistema de promoción que posiciona a Ningxia como la "Burdeos china". Más de 33.000 hectáreas de viñedos cubren hoy este antiguo desierto, un cuarto del total nacional. La región produce el 60% de todos los vinos chinos.

Entre los impulsores de esta transformación figura Chen Deqi, quien llegó desde Fujian en 2007 como parte de un programa de industrialización de la región. Su bodega, Ho-Lan Soul, es ahora la más grande del país en cultivo ecológico. "Antes, el desierto del Gobi era sinónimo de abandono. Hoy, lo es de riqueza y vino", dice con orgullo. La irrigación, facilitada por el río Amarillo, ha sido clave para hacer sostenible este modelo agrícola.

China ya es la segunda nación con más superficie de viñedos cultivados del mundo, con más de 800.000 hectáreas, superada solo por España. Aunque gran parte de esa área se destina también a la producción de uvas de mesa, el empuje de regiones como Ningxia ha mejorado notablemente la producción de vino de calidad. En 2019, el país elaboró 8,3 millones de hectolitros, ocupando el décimo puesto a nivel global.

Crecimiento sostenido sobre el desierto

El crecimiento continúa. En junio de 2020, el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales anunció la creación de una "Zona piloto integral para el desarrollo de la uva y el vino" en Ningxia. El ambicioso plan contempla 66.667 nuevas hectáreas de viñedos, una capacidad de 300 millones de botellas anuales y una facturación proyectada de más de 15.000 millones de dólares para el próximo quinquenio. Para 2035, se espera duplicar esa producción.

Hoy existen en estas áreas ganada al desierto más de 40.000 hectáreas plantada con viñedos que producen anualmente unas 140 millones de botellas, siendo la mayoría de ellas exportadas hacia distintos puntos del globo.

Este esfuerzo también ha dado lugar a iniciativas turísticas y sistemas de clasificación propios. Los hermanos Yuan Hui y Yuan Zhi, también llegados desde Fujian, fundaron la bodega Zhihui Yuanshi, que hoy cuenta con el mayor viñedo de la zona y un resort inspirado en la dinastía Song. En 2023, su chateau recibió 200.000 visitantes en solo ocho meses. Desde 2013, Ningxia cuenta con un sistema de calificación vinícola similar al de Saint-Émilion, siendo la única región china con esta distinción.

A pesar de la preferencia nacional por otras bebidas como el baijiu o la cerveza, el vino de Ningxia ha ganado terreno entre los consumidores chinos, especialmente durante la pandemia, cuando las importaciones se redujeron y la población volcó su atención al producto local. En 2020, las ventas de vino de la región aumentaron un 44,6% respecto al año anterior, consolidando un mercado interno cada vez más receptivo. Hoy esa tendencia se mantiene.

La internacionalización, aunque deseada, no es urgente para muchos productores. Con un mercado nacional de más de 1.400 millones de personas y una clase media creciente, satisfacer la demanda doméstica ya representa un negocio multimillonario. Como señala Zhao, "los millones están asegurados si conquistamos el paladar de nuestros paisanos".

El milagro de Ningxia no solo redefine el mapa vinícola del mundo, sino que también nos vuele a demostrar la extraordinaria capacidad de China para transformar su territorio. Donde antes solo había arena y viento, hoy florecen vides que embotellan una historia de perseverancia, innovación y visión de futuro. Un brindis con aroma a desierto. y sabor a triunfo.

Fuente: Chine Decanter, agencias internacionales y aportes de la redacción +P.

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