En medio del estancamiento diplomático, el presidente de EE.UU. prevé comunicarse el lunes con Putin y Zelensky para presionar por un cese del fuego
"Esperemos que sea un día productivo, que se logre un cese del fuego y que esta guerra tan violenta, una guerra que nunca debió ocurrir, llegue a su fin", escribió Trump en una publicación en su red social Truth Social.
El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, confirmó a medios rusos que se estaban realizando los preparativos para la llamada con Trump, aunque no ofreció detalles sobre el contenido de la conversación.
Más temprano el sábado, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, planteó que el Vaticano podría ser una sede para futuras negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania, retomando una propuesta histórica de la Santa Sede tras el compromiso del papa León XIV de hacer "todo esfuerzo" para ayudar a poner fin al conflicto.
No obstante, el Kremlin declaró el sábado que una reunión cara a cara entre Putin y Zelensky sólo será posible si ambas partes alcanzan primero un acuerdo, un día después de las primeras conversaciones directas en Estambul que concluyeron sin tregua.
El encuentro del viernes en la ciudad turca evidenció profundas diferencias en las posturas de ambos bandos, y el único anuncio concreto fue un acuerdo de canje de prisioneros, pese a que Ucrania declaró que la "prioridad" era lograr un cese el fuego.
Zelensky lamentó este sábado que Moscú desperdicie la oportunidad de avanzar hacia la paz y afirmó que "solo conserva la posibilidad de seguir matando". En ese marco, renovó su llamado a los aliados de Ucrania para que refuercen las sanciones contra el Kremlin. "Sin una mayor presión sobre Rusia no habrá una diplomacia real", advirtió.
Más tarde, el mandatario anunció que mantuvo su primera reunión con el primer ministro canadiense, Mark Carney, con quien aseguró haber conversado "en detalle" sobre las sanciones que podrían resultar más eficaces para frenar la agresión rusa.
Mientras tanto, un dron ruso atacó el sábado un ómnibus que evacuaba a civiles cerca del frente en la región de Sumy, en el noreste de Ucrania, causando la muerte de nueve personas, según informaron funcionarios ucranianos.
Hablando con periodistas en Roma antes de reunirse con el cardenal Matteo Zuppi, encargado del Vaticano para Ucrania, el secretario de Estado estadounidense expresó que abordaría posibles formas en que el Vaticano podría contribuir, además de analizar "el estado de las conversaciones, las actualizaciones tras ayer (viernes) y el camino a seguir".
Ante la pregunta sobre si el Vaticano podría actuar como mediador de paz, Rubio respondió: "No lo llamaría mediador, pero ciertamente creo que es un lugar al que ambas partes se sentirían cómodas yendo".
"Hablaremos de todo eso y, obviamente, siempre agradecidos al Vaticano por su disposición a desempeñar este papel constructivo y positivo", agregó en declaraciones desde la embajada de Estados Unidos en Roma.
El Vaticano mantiene una tradición de neutralidad diplomática y había ofrecido desde hace tiempo sus servicios para facilitar negociaciones, aunque fue relegado durante la guerra iniciada el 24 de febrero de 2022. El papa Francisco, que en ocasiones irritó a ambos bandos con sus comentarios, confió a Zuppi el mandato de buscar caminos de paz; sin embargo, este se limitó a ayudar con el retorno de niños ucranianos trasladados por Rusia y a mediar en algunos intercambios de prisioneros.
El papa León XIV, elegido el 8 de mayo como el primer pontífice estadounidense de la historia, retomó el llamado por el fin del conflicto en Ucrania durante su primera bendición dominical, e instó a todas las partes a comprometerse con "una paz auténtica, justa y duradera". León, quien durante su etapa como obispo en Perú calificó la ofensiva rusa como una "invasión imperialista", se comprometió esta semana a "hacer todo esfuerzo para que esta paz prevalezca".
En un discurso dirigido a los católicos de rito oriental, incluida la Iglesia Católica Griega de Ucrania, el papa imploró a las partes en conflicto que se reúnan y negocien. "La Santa Sede siempre está dispuesta a ayudar a reunir a los enemigos, cara a cara, para que hablen entre sí, y para que los pueblos de todo el mundo puedan nuevamente encontrar esperanza y recuperar la dignidad que merecen, la dignidad de la paz", afirmó.
Por su parte, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, reiteró la oferta de la Santa Sede para ser sede de conversaciones directas, calificando como "trágico" el fracaso de las negociaciones en Estambul para alcanzar un alto el fuego esta semana. "Esperábamos que pudiera iniciar un proceso, lento pero positivo, hacia una solución pacífica del conflicto. Pero en cambio estamos de vuelta al principio".
Consultado específicamente sobre qué implicaría la oferta del Vaticano, el cardenal Parolin señaló que la Santa Sede podría actuar como sede para una reunión directa entre las partes en conflicto. "Se trataría de lograr que al menos hablen. Veremos qué sucede. Es una oferta de un lugar", explicó. Y añadió: "Siempre hemos dicho, y repetido a ambas partes, que estamos disponibles para ustedes, con toda la discreción necesaria".
El Vaticano tiene una larga trayectoria como mediador en procesos de paz. Su mayor logro diplomático en tiempos recientes fue facilitar las conversaciones entre Estados Unidos y Cuba en 2014, que culminaron en la reanudación de relaciones diplomáticas tras décadas de hostilidad. También ha albergado iniciativas menos reservadas, como el histórico encuentro en 2019 entre los líderes rivales de Sudán del Sur, ocasión en la que el papa Francisco se arrodilló para besar sus pies a modo de súplica por la paz.
Quizás la intervención más decisiva de la Santa Sede en materia diplomática tuvo lugar durante la crisis de los misiles en Cuba, en octubre de 1962. Mientras el mundo contenía el aliento ante la posibilidad de una guerra nuclear, el papa Juan XXIII pronunció un llamado a la paz en un discurso por radio, se dirigió a los embajadores acreditados ante el Vaticano y envió cartas privadas tanto al presidente estadounidense John F. Kennedy como al líder soviético Nikita Khrushchev, apelando a su sentido de responsabilidad hacia sus pueblos. Muchos historiadores coinciden en que estos gestos contribuyeron a que ambas potencias se alejaran del borde del conflicto nuclear.
Agencia AP y AFP