Mendoza, de de
Mendoza, de de
Con cada vez más exigencias, restricciones y complejización, la vitivinicultura se adapta a los cambios y nuevas tendencias de consumo y mercados. De qué se tratan.
La industria alimenticia se complejiza por motivos diversos. Uno de ellos es el dinamismo del mercado que, entre otras cosas, exige cada vez mayor transparencia en los procesos de elaboración. Es decir que no todo da lo mismo ni, por supuesto, tiene igual valor. En este marco, la vitiviniculturano se queda atrás y apuesta por una mayor especificación en sus etiquetas debido a las demandas y tendencias actuales.
Entre ellas, la que hoy manda es la que imponen los países desarrollados a partir de diversas restricciones y exigencias que obligan a las empresas a ponerse a tono. De lo contrario, comienzan a aparecer ciertas barreras paraarancelarias debido a que los productos deben cumplir con determinadas condiciones para poder entrar. En este marco, la sostenibilidad es una de las más importantes en la industria del vino.
A la par, el mercado y los consumidores comienzan a imponer nuevas exigencias tanto afuera como adentro del país, más allá de que todavía no es algo generalizado debido a la situación económica. El mayor conocimiento sobre intolerancias alimentarias como la celiaquía y las nuevas modas o tendencias de alimentación como el veganismo o la comida orgánica, obligan a la industria vitivinícola a ponerse a tono.
Es que si bien pocos podrían pensar que el vino tenga algún agregado de Trigo, Avena, Cebada y Centeno (TAAC), lo cierto es que hoy es preciso certificar este estado. Lo mismo sucede con los vinos sin químicos o con la etiqueta de "??veganos"? que, en este caso, es más una acción de marketing o de búsqueda de nicho que otra cosa ya que claramente un vino no tiene ningún derivado animal.
En este contexto, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) recientemente sumó un nuevo laboratorio en Mendoza para certificar la inexistencia de TACC en los vinos. Es que aunque el vino no se elabora con productos que puedan tener gluten, una opción es que exista algún tipo de contaminación cruzada. Pese a que esto es poco factible, la industria de alimentos y bebidas exige la certificación y de allí la existencia del sello correspondiente.
Así, según explicó Humberto Manzano, director de Estudios y Desarrollo Vitivinícola del INV, desde 2018 el Instituto cuenta con un laboratorio para comprobar analíticamente la condición de libre de gluten. A esto se sumó una resolución complementaria que estableció la forma del etiquetado. Además del INV existen un par de laboratorios públicos y privados que realizan este análisis en el país. Ahora se sumó la Dirección de Fiscalización y Control, lo que amplía la oferta para las bodegas.
Así, tanto el INV como el resto de los laboratorios que realizan certificaciones deben cumplir primero con un estándar específico y validar el método. Luego, se verifica partida por partida y es un análisis más que puede incluirse o no en el certificado de libre circulación exportación que emite el instituto. Manzano sumó que las bodegas utilizan bastante este servicio y que, por ejemplo, hay países como Brasil que requieren este certificado de manera rutinaria.
Sergio Villanueva, presidente del Fondo Vitivinícola Argentino, comentó que desde hace un tiempo la industria alimenticia "??donde se incluye al vino- ha comenzado a crecer en complejidad. De este modo, hay en el mundo un grupo poblacional que busca cada vez mayores garantías con respecto al producto que consume. Con foco especial en países de Europa y el primer mundo, se trata de personas que buscan alimentarse de manera más natural y que, por supuesto, pueden pagar la mayor calidad.
Se trata de una suerte de "??nueva aristocracia"? en torno a la alimentación de la que muchas empresas no quieren quedarse afuera. "??Además, las exigencias legales en muchos países son cada vez más complejas y se exigen cada vez más certificaciones"?, apuntó Villanueva, al frente del ente encargado de promocionar el vino argentino dentro del país. Coincidió en que el vino no puede tener TACC, pero que es preciso que eso sea certificado dadas las tendencias de consumo y de mercado.
Aunque eso demanda tiempo y dinero para las bodegas, lo cierto es que esa inversión luego se traduce en mayores posibilidades de venta tanto hacia adentro como hacia afuera. Además de la importancia de ser una posibilidad para quienes poseen intolerancia al gluten, el vino también busca instalarse entre otros públicos como los ya mencionados orgánicos o veganos.
Es en esta misma línea que a inicios de año, el INV legalizó a los vinos desalcoholizados. "??Con las restricciones de salud que tiene el alcohol esto es una tendencia que se ve cada vez más. Aquí también entran las reglas de tránsito y la importancia de conducir con un mínimo de 0,5 grados de alcohol, lo que en muchas provincias es cero.
Sin embargo, el vino desalcoholizado podría tener un gran público entre las personas de religiones musulmanas que no toman alcohol. Con relación a este punto, hay países como Irlanda que pedirán que la etiqueta advierta que el alcohol puede causar cáncer, algo similar a lo de los paquetes de cigarrillo. Aquí también algunos colocan advertencias de que es malo que las embarazadas tomen alcohol.
En este marco, también la industria se ha puesto a tono con las agendas globales de sostenibilidad. Entre otras acciones, tanto desde la Coviar como desde Bodegas de Argentina han establecido acciones, protocolos y certificaciones para avanzar sobre este tema. Es que cada vez más, los consumidores exigirán conocer la trazabilidad del producto que consumen. "??En función de los nuevos requerimientos de consumo, las etiquetas tienen cada vez más información"?, sintetizó Villanueva.
