El radicalismo elige nueva conducción en un contexto atravesado por el debate interno sobre el vínculo con el Gobierno de Javier Milei.
Es un momento de inflexión para un partido que, durante décadas, fue protagonista central de la política argentina, gobernó el país y supo construir alianzas de envergadura, como la que formó parte de la coalición Juntos por el Cambio. Sin embargo, los recientes resultados electorales y la irrupción de Milei han reconfigurado el mapa político nacional,dejando a los radicales con mucho por definir.
Este viernes, 106 delegados de todo el país se reunirán en el Comité Nacional de la UCR para elegir al sucesor de Martín Lousteau como presidente partidario. Tras la declinación del gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés -quien era visto como el candidato natural de los sectores más alineados con el Gobierno nacional- un dirigente menos conocido, el intendente de Venado Tuerto, Leonel Chiarella, surge como el favorito para encabezar la nueva conducción.
Mientras que el nombre del gobernador Alfredo Cornejo circuló como un posible sucesor de Lousteau, él mismo lo descartó. "Yo no solo no estoy postulado, sino que no aspiro a eso en este tiempo, pero voy a colaborar todo lo que pueda. Ya me lo han propuesto, pero no, lo hemos descartado", dijo el propio Cornejo.
Las principales claves que deja esta convención se centran en el papel que adoptará la UCR respecto al gobierno de Javier Milei.
La gestión de Lousteau al frente del partido impulsó una postura crítica al Gobierno, especialmente frente a políticas como los recortes en educación, ajustes en programas sociales y las reformas estructurales promovidas desde Casa Rosada. Sin embargo, ese enfoque confrontativo generó malestar interno, sobre todo entre dirigentes provinciales que buscan evitar un choque frontal con el Ejecutivo y prefieren espacios de diálogo o acuerdos puntuales.
El partido está condicionado por varias corrientes internas, desde agrupaciones más cercanas al liberalismo hasta sectores que reivindican tradiciones más socialistas del radicalismo. Esta diversidad complica la construcción de una línea unificada y hace que la elección de este viernes marque hacia dónde se inclina la balanza intern a.
Los reveses sufridos por la UCR en distritos clave, especialmente en la provincia de Buenos Aires -donde la coalición que acompañó a Milei tuvo un desempeño superior al de los radicales- han alimentado la urgencia de reposicionar al partido de cara a 2027.
Más allá de la relación con Milei, los radicales enfrentan la pregunta de si deben encabezar o participar en nuevas coaliciones electorales que les permitan recuperar influencia legislativa y relevancia pública, algo que desde hace tres elecciones presidenciales no lograron con un candidato propio competitivo. Como muestra: el bloque de diputados nacionales e la UCR está integrado solo por seis legisladores.
El centro del debate en la UCR gira en torno a la relación con el gobierno de Javier Milei. Para sectores internos, especialmente los gobernadores y dirigentes provinciales cercanos al liberalismo, existe una tentación pragmática de establecer un vínculo más cercano con la Casa Rosada, aprovechando coincidencias en políticas económicas o simplemente para asegurar recursos y gobernabilidad en sus provincias.
Este pragmatismo no está exento de tensiones: la memoria histórica del partido y su tradición en defensa de la educación pública, los derechos sociales y las instituciones republicanas entra en choque con algunas de las iniciativas y estilos del Ejecutivo nacional. FUENTE: SITIO ANDINO