La industria petrolera mendocina atraviesa un momento de profunda incertidumbre y angustia, con un creciente número de trabajadores en la desocupación. La raíz del problema se atribuye, en gran parte, a la decisión de YPF de ceder sus áreas maduras y al posterior incumplimiento de las promesas de inversión y mantenimiento de fuentes laborales por parte de las empresas que tomaron control de esos yacimientos.

La situación es crítica. Experimentados trabajadores del sector, algunos con más de dos décadas de trayectoria, lamentan haber quedado sin empleo. "La situación está grave, verdaderamente con lo que hizo YPF, la entrega de las áreas ha dejado mucha gente sin trabajo", expresa uno de ellos, reflejando el sentir generalizado de la base trabajadora. A esta preocupación se suma la del Sindicato del Personal Jerárquico de los Petroleros, que ha manifestado su extrema inquietud por el devenir de sus representados ante este escenario de incertidumbre y pérdida de puestos de trabajo calificados.

El descontento se agudiza por la percepción de que la provincia cuenta con los recursos y mecanismos para revertir la situación, pero estos no se activan. "Hay mucha incertidumbre", señala otro trabajador. "Existen mecanismos que se podrían activar para generar puestos de trabajo, como un control de irrigación o un control de BPA, pero no se utilizan". La falta de acción gubernamental es un punto recurrente en las críticas: "El Gobierno no se ha hecho cargo, no tiene ni idea de lo que está pasando", acusa un petrolero con 21 años de antigüedad.

La problemática central radica en el proceso de cesión de las llamadas "áreas maduras" por parte de YPF, en su estrategia de concentrarse en la exploración y producción de hidrocarburos no convencionales como Vaca Muerta. Si bien la idea era que otras empresas, posiblemente de menor envergadura y con enfoques más especializados, asumieran la operación de estos yacimientos para reactivarlos y mantener la producción, la realidad ha sido diferente. Las compañías entrantes, en muchos casos, no han cumplido con las inversiones prometidas ni han logrado sostener el nivel de actividad, lo que se traduce directamente en la pérdida de empleos.

"No es que se fue una empresa y vino otra", aclara una voz sindical, "sino que están destruyendo la fuente laboral. Ya no se están creando nuevos puestos de trabajo". Esta declaración es lapidaria y pone de manifiesto un quiebre en la lógica del sector, donde la rotación de operadores debería implicar continuidad y no un retroceso.

Ante este panorama desolador, los sindicatos han intentado coordinar acciones. "Los sindicatos estamos trabajando en conjunto", aseguran, buscando un "nuevo federalismo" para enfrentar la crisis. Sin embargo, la magnitud del problema requiere de una intervención más contundente y un compromiso real por parte de todos los actores involucrados para revertir esta espiral de desocupación y desinversión en una de las industrias históricamente más importantes para Mendoza.