Por urgencias o contexto, cada vez cuesta más encontrar productos hechos en casa con continuidad en las primeras de los nuestros. A excepción de Godoy Cruz, el resto está en deuda.
La aparición de Santino Andino es casi un oasis en el desierto. Ver un pibe de 18 años jugar entre las figura del fútbol argentino, con continuidad y desparpajo, parece más un error de la matrix que un acierto pensando y trabajado a largo plazo. Los equipos de la provincia de Mendoza, al menos los que juegan entre Primera División y Primera Nacional, han dejado de lado sus semilleros, a excepción deGodoy Cruz.
Independiente Rivadavia, Deportivo Maipú y Gimnasia y Esgrima no cuentan con productos hechos en casa en sus primeros equipos, un hecho preocupante teniendo en cuenta que siempre es bueno nutrirse desde abajo. Más llamativo es que solo aparezca un ejemplar de canterano jugando con continuidad entre los tres equipos mencioados: Nicolás Romano, en el Lobo. El resto, todos futbolistas importados, y acá hablamos no solo de los titulares, sino también de los que suelen firmar planilla en el banco de suplentes.
Al Tomba hay que hacerlo a un lado. Tras casi 20 años de un proyecto ininterrumpido, hoy sigue disfrutando de su cosecha: en el once que paró Oldrá ante Newell"s jugaron del vamos Bruno Leyes, Gonzalo íbrego, Facundo Altamira y Santino Andino, mientras que entre los relevos estuvieron Roberto Ramírez, Mateo Mendoza y Juan Morán. Una cifra para nada despreciable teniendo en cuenta las urgencias de la elite del fútbol nacional.
Lo de Godoy Cruz está lejos de ser una casualidad y condice mucho más a un trabajo que lleva tiempo importante de gestación. Desde el Gato como cabeza coordinadora (y ahora como entrenador), pasando por la inversión de un predio de Alto Rendimiento para que cada categoría tenga su lugar de entrenamientos, con vestuario, gimnasio y profesionales a cargo.
Dejar de lugar en Liga Mendocina para dar el salto de competir en AFA, sabiendo de los gastos pero viéndolos como una inversión, es otro punto en verde. El club cortó con los partidos locales ante rivales como La Amistad o Lavalle (a los que vencía ampliamente en todas sus divisiones) para empezar a codearse con colosos como Boca Juniors o River Plate desde chiquitos.
Es cierto que hoy el momento que atraviesa el club lo pone en un lugar de privilegio comparado con los otros tres elencos locales. El buen presente deportivo permite darle rodaje a chicos de la casa, algo que por caso, en la Lepra cuesta más. El tema es que esa solo es la punta del iceberg: Independiente Rivadavia abandonó su Ciudad Deportiva y tuvo que armar una categoría reserva de cero (está última en la tabla de AFA). Sacar agua de ese pozo llevará su tiempo, aunque es saludable que las cosas empiecen a cambiar con inversión y apoyo de parte de la actual Comisión Directiva.
El salto hacia adelante también es notorio: cuesta ver mendocinos que brillen en equipos de Primera División. Tomás Marchiori en Vélez Sarsfield o Marco Di Césare en Racing Club, de los rápidos que saltan a la vista al hacer memoria. Al resto, le cuesta y mucho poder meterse y tener rodaje. Ni hablar cuando hablamos de un salto pensando en Selección argentina. Tras Enzo Pérez, hubo algunos que alternaron como Vargas, Andrada, Funes Mori, Pity Martínez, o más acá en el tiempo Taty Castellanos, aunque ninguno como inamovible.
Será tarea de los dirigentes locales entender que en casa está el futuro pero que los frutos no se dan de un día para el otro. Hay que invertir y ayudar a que esos proyectos de cracks germinen en las condiciones necesarias y propicias para poder explotar. Claro que fácil y barato no es, aunque queda comprobado que termina siendo un negocio a largo plazo que cierra por todos lados: da resultado en lo deportivo, y luego, ese proyecto de jugar deja un saldo económico si logra ser vendido por su nivel. Por ahora, el único que parece haberlo entendido es Godoy Cruz.