El pibe entró y le lavó la cara al ataque. Con ganas y polenta, marcó el empate con una definición de oportunista, fue a todas y se llevó sus primeros abrazos.
El primer tiempo, opaco y pálido, dejó al hincha con preocupación y ese cantito de "movéte, Tomba, movéte", con el que el equipo se metió al túnel tras el 0-1 parcial contra Huracán de Parque Patricios. Para el complemento, Daniel Oldrá sorprendió con doble cambio: adentro el Indio Fernández (siempre clave) y un rubiecito con la 27 en la espalda. Santino Andino es su nombre, para algunos plateístas que preguntaron, un tanto perdidos, por él.
El cantero de solo 18 años fue una bocanada de aire fresco total y le cambió la cara al equipo. Se paró como extremo por izquierda y le imprimió ganas a todas sus intervenciones: "El Gato me dijo que entre, que lo haga con toda la confianza y que los encare y vaya para adelante", y el pibe se lo tomó a pecho. Picante y atrevido, le llenó de dudas el sector derecho a la defensa quemera.
Producto genuino de la casa, el juvenil es una de las caras nuevitas del plantel. Llegó al club de chico, cumplió con el recorrido religioso de inferiores y tuvo su bautismo en la elite en el empate ante Sarmiento de Junín (tres minutos). Ahora, con un tiempo por delante, el pibe mostró todas sus ganas y fue el responsable del empate: pelota del Indio al área, peinada de Salomón Rodríguez y oportunismo de goleador para meterle la punta a una pelota que no bajaba nunca: "Cada vez que me toca estar, meto lo más que puedo", dijo, aún con las pulsaciones a flor de piel.
Categoría 2005, llegó con edad de novena y se enamoró para siempre: "Llegué de chiquito y soy hincha de Godoy Cruz". Habitué de la banda, un extremo de tiempos modernos con velocidad, técnica y uno contra uno. En el club, su aparición se recibe con los brazos abiertos, sumando un eslabón más a una cantera inagotable que sigue dando frutos.