Milagros Mac Donnell
Un conflicto armado entre Israel e Irán, a más de 13.000 kilómetros de la Argentina, parecería una noticia lejana, de geopolítica ajena. Pero no lo es. A mediados de junio, los ataques israelíes sobre infraestructuras energéticas iraníes encendieron las alarmas del mercado global, dispararon el precio del petróleo y, apenas días después, ese mismo efecto comenzó a sentirse en las estaciones de servicio del país.
La razón es simple: el mundo está conectado por hilos invisibles, y muy pocos tan vulnerables como el del petróleo. El Estrecho de Ormuz, una franja marítima entre Irán y Omán, es responsable de canalizar alrededor del 20?% mundial. Si algo amenaza su estabilidad, los mercados reaccionan con rapidez.
Eso fue exactamente lo que ocurrió. Tras los ataques, el precio del petróleo Brent -considerado el principal punto de referencia a nivel global para fijar los valores- subió rápidamente de US?$69 a más de US?$78 en solo unos días. Aunque no se interrumpió el suministro, el temor a una escalada bélica o al cierre del estrecho hizo que los precios se dispararan. En los mercados, el miedo cuesta caro.
Ese aumento internacional tuvo consecuencias inmediatas. En la Argentina, la petrolera Puma aplicó un incremento del 5?% en los precios de la nafta y el gasoil, y otras compañías como Shell y Axion siguieron el mismo camino. YPF, que concentra cerca del 60?% del mercado, implementó recientemente un esquema de precios diferenciados según la región y el horario. Aunque presentado como una estrategia de segmentación, en la práctica ya comenzó a reflejarse en aumentos concretos en distintas partes del país.
Pero el efecto no se detiene en los precios del combustible. Cuando sube el costo de la energía, también lo hacen los productos que dependen del transporte, la logística y la producción. El rebote en los valores impacta directamente en la inflación, justo cuando el Gobierno celebraba un índice del 1,5?% en mayo, el más bajo en cinco años. Ahora, este shock externo podría poner en riesgo esa tendencia.
Paradójicamente, lo que representa una amenaza para los consumidores puede ser una oportunidad para el país. Si el precio del petróleo se mantiene elevado, la Argentina puede beneficiarse de mayores ingresos por exportaciones desde Vaca Muerta, donde la producción ya supera los 750.000 barriles diarios. Empresas como YPF podrían mejorar su rentabilidad y aportar dólares a una economía que los necesita.
Este episodio vuelve a demostrar que ya no hay tal cosa como un conflicto "lejano". En un mundo tan interconectado, una decisión tomada en Medio Oriente puede hacer que el precio de llenar el tanque en Mendoza o Córdoba se dispare en cuestión de días. Las guerras modernas no solo se libran con misiles: también afectan los mercados, los precios y, en última instancia, la vida cotidiana de millones.
Lo que pasa en otra parte del mundo no queda allá. La globalización nos atraviesa de formas sutiles pero potentes. Hoy, un enfrentamiento entre potencias en Medio Oriente puede encarecer el transporte escolar, alterar el precio de los alimentos y poner en jaque a toda una economía. Entender estas conexiones es clave: para anticiparse, para adaptarse y, sobre todo, para no subestimar lo que parece lejano.