El intrincado juego de la geopolítica y las claves para entender este conflicto. Cuando todas las alarmas suenan y nadie las quiere escuchar.
Por Valentín Bourguet*
La respuesta es sí. Sin embargo, para entender la raíz de este conflicto, hace falta profundizar en el análisis geopolítico y estratégico mundial. Definitivamente, necesitamos calar más profundo y evitar generalizaciones o conclusiones simplistas y reduccionistas de un problema viejo y complicado. A lo largo del mundo, se ven analistas y pseudoperiodistas opinando sobre los motivos de este conflicto con una autoridad que sorprende. En ciertas ocasiones, con la misma autoridad de alguien que opina sobre una película de la cual sólo has visto los últimos 15 minutos. Me permito humildemente disentir con un análisis apresurado y parcial sobre esta crisis que nos conmociona. Veamos.
Una vez concluida la guerra fría con la implosión de la URSS en 1991, el mundo pasó de la bipolaridad y el equilibrio de fuerzas a la unipolaridad comandada por EE.UU y secundada por Europa. Ese período duró unos 20 años más o menos, hasta el surgimiento de un multilateralismo forzado con China a la cabeza, abriéndose paso raudamente. Entiéndase que los ganadores de la guerra fría no lo hicieron por knock-out sino por abandono y aunque -parezca lo mismo, no lo es. Al concluir la guerra fría, Rusia - heredera solitaria de la URSS - quedó muy golpeada con la disolución del bloque soviético y la posterior desintegración satelital del bloque de países de Europa Oriental. Mientras occidente prosperaba aceleradamente en los 90´s, Rusia sufría humillaciones de todo tipo. Durante esa década, debió soportar crisis inflacionarias, problemas fiscales, la caída fuerte de su PBI y de la competitividad, la derrota en Chechenia y el fracaso de sus fuerzas armadas mal preparadas y desmotivadas que se desmoronaban rápidamente. Sin embargo, eso no fue lo único que tuvo que soportar el poder político de Moscú.
Durante este período mencionado, tanto la Unión Europea como la OTAN (NATO, por sus siglas en inglés) comenzaron a expandirse hacia lo que había quedado de zona de influencia rusa. A pesar del acuerdo implícito de no invadir el espacio influencia ruso, la verdad es que Rusia había perdido su peso específico y gravitacional como para oponerse y EE.UU no tenía ningún contrapeso que le impidiera avanzar en esa dirección. En 1999, Polonia, Hungría y Rep. Checa se unieron al club OTAN y Rusia protestó aireadamente (no estaba en condiciones de hacer mucho más). La respuesta fue un cachetazo a través de una nueva expansión en 2004 incluyendo ahora siete (7) países de Europa del Este, la mayoría con fronteras con Rusia. Los rusos protestaron mucho más fuerte, pero hasta ahí llegaron porque todavía no les alcanzaba para más.
A pesar de todos los problemas que enfrentó Rusia en los 90´s y a principios de la primera década de este siglo, Rusia seguía siendo una potencia importante teniendo en cuenta que es el país territorialmente más grande del mundo, lleno de recursos naturales y energéticos, posee el segundo arsenal atómico más grande del planeta y es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, sólo por citar algunas características. Con la invasión a Irak por parte de EE.UU. (impulsando el precio del crudo a valores históricos) la ahora Federación Rusa reforzó sus arcas y financió la reconstrucción del poderío militar y económico considerablemente. Así llegamos al desastroso episodio ocurrido durante la cumbre de la OTAN en Bucarest en abril de 2008. Como bien señala el Prof. Mearsheimer de la Universidad de Chicago, acá está la raíz de lo que estamos viviendo hoy.
En el documento oficial de cierre de dicha conferencia hay una aseveración disfrazada de invitación para que Ucrania y Georgia empezaran a formar parte de la OTAN. En dicho documento, en el punto 23 reza ¨OTAN le da la bienvenida a las aspiraciones de Ucrania y Georgia para ser miembros de la OTAN. Estamos de acuerdo que estos países formarán parte de la OTAN¨. Esa invitación-bienvenida llevó las cosas a otro nivel, y si bien nunca se efectivizó, ya era demasiado tarde. Rusia hizo saber que no lo permitiría (no ya la Rusia de los 90´s, sino una mucho más poderosa) porque tal incorporación era una amenaza ¨existencial¨ a sus intereses estratégicos.
¿Qué ganaba EE.UU. y Europa incorporando Ucrania a la OTAN? Nada o casi nada. Ucrania no es un objetivo crucial para la defensa europea como lo es Francia, Inglaterra o Alemania, inclusive como lo es Polonia o Turquía. Ese intento de expansión que nunca se concretó dejó a Ucrania expuesta, digamos en el medio del río y sin nadie que le tirara una soga hacia la orilla.
Ahora bien, ¿Qué significa una amenaza existencial, desde el punto de vista ruso, a sus intereses estratégicos? En este contexto, significaba dos cosas: la integración ucraniana a la Unión Europea y especialmente su incorporación a la OTAN amenazaban: 1) la integridad territorial y defensiva de Rusia, y 2) el sistema de poder político ruso. El primer punto se puede inferir claramente. Ucrania no es Latvia, ni Estonia, ni Lituania, ni ningún país pequeño que se le parezca. Tener a la OTAN compartiendo una gran frontera, sobre un territorio adyacente plano y sin defensas naturales y dándole el Mar de Azov y toda la boca de entrada del Mar Negro encerraría a Rusia y le haría perder cualquier ventaja disuasiva. El segundo es un poco más difuso y afecta el sistema político tal cual lo concibe Putin y su gobierno. Rusia no quiere una Ucrania occidentalizada, democrática y con instituciones fuertes. Ucrania y Rusia comparten un bagaje cultural, étnico, religioso y social bastante importante. Una Ucrania con las características mencionadas podría contagiar a una Rusia autocrática, mesiánica, con libertades restringidas y con mucho poder concentrado. Resumiendo ambos puntos, para Rusia, el statu quo de una Ucrania semi-controlada y altamente corrupta era la única variable aceptable, una Ucrania servil a los intereses defensivos de Rusia.
El lector dirá con razón, acaso Ucrania, como país libre, ¿no tiene derecho de unirse a la OTAN y/o a la UE si así lo desea, aunque eso moleste profundamente a los rusos? Por supuesto que si, pero lamentablemente el sistema internacional no funciona así. Ejemplos a lo largo de la historia sobran. De alguna forma, las potencias respetan convenciones, tratados y regulaciones siempre y cuando no se opongan a sus intereses, y mucho más a sus intereses estratégicos. Digamos que los intereses estratégicos son sagrados.
En este caso, Rusia necesita una Ucrania neutral como mínimo para no sentirse atacada y arrinconada. Algo así como un ¨buffer state¨ o en criollo, un país paragolpe, amortiguador o separador entre la OTAN y Rusia.
EE.UU tampoco dejaría que Mexico se convirtiera en un país parte de una organización militar que comande China, por ejemplo. De hecho, algún tiempo atrás, la crisis de los misiles en 1962 se produjo bajo el mismo argumento.
El resto es historia conocida. A partir de la cumbre de Bucarest de 2008, Rusia atacó Georgia y empezó a intervenir descaradamente en los asuntos internos ucranianos. Recordemos que Rusia tenía un lease con Ucrania por la base naval de Sevastopol y nunca iba a permitir que esa base estuviera rodeada por la OTAN o la posibilidad de perderla. A partir de los acontecimientos de 2014, cuando el presidente pro ruso Yanukovych fue destituido, el comienzo del fin se inició. La inmediata consecuencia fue la anexión de Crimea y el apoyo manifiesto a los rebeldes separatistas pro-rusos del Donbas. A partir de 2014 y con Crimea anexada, menos iba Rusia a permitir que Ucrania se incorporase a la OTAN para luego abrir la posibilidad una futura confrontación abierta con la OTAN por Crimea.
Por último, la invasión de Irak por parte de EE.UU y sus aliados europeos en marzo de 2003 también contribuyó a la invasión rusa de febrero de 2022, tal como lo mencionó recientemente el ex-embajador ante la URRS Jack Matlok. Sin lugar a dudas, sentó un precedente peligroso sobre las invasiones ¨preventivas¨ que no tienen justificación alguna en el Derecho Internacional Público y en la Carta de Naciones Unidas.
En conclusión, más allá de la resistencia rusa a aceptar que perdieron la guerra fría y eso indefectiblemente iba a ocasionar ciertas concesiones a Occidente, que eso conllevaría la consecuente pérdida de influencia rusa en su esfera de poder regional, más allá de algunas frases grandilocuentes y megalómanas de Putin infiriendo cierta intención de restaurar la ¨Gran Rusia¨ de antaño y más allá de las atrocidades violatorias de todas las convenciones de la guerra que existen, está claro que esta invasión podía ocurrir y que se pudo haber evitado. La prolongación innecesaria de la OTAN hacia el Este fue un movimiento arrogante, torpe, imprudente e innecesario. Muchos se opusieron oportunamente en base a varios de los argumentos aquí esgrimidos.
No sabemos en que va a terminar esta cruel guerra, pero podemos apostar a que sea cual fuere el resultado final, probablemente Ucrania nunca formará parte de la OTAN y quien sabe si alguna vez llegará a serlo de la UE. ¿Valió la pena?
*Por Valentín Bourguet
El autor es abogado en Argentina y EE.UU.
Ex-profesor Adscripto de Derecho Internacional Público - UNCuyo
Master en Derecho Internacional - Universidad del Sur de California (USC)