El Lobo sigue aprovechando el gran presente gracias a una estructura que se gesta de atrás para adelante. Arco del triunfo.
El arranque de Gimnasia y Esgrima en el amanecer de la Primera Nacional invita a la ilusión, al menos en lo estadístico. Con un equipo que es líder e invicto, en el Lobo empiezan a hacerse la idea que estar en la pelea por uno de los ascensos es, otra vez, una posibilidad más que latente.
Tras la victoria en casa ante el pobre Defensores Unidos de Zárate, el equipo de Ezequiel Medrán volvió a demostrar que tiene con qué, en un equipo que se arma de atrás para adelante y que goza de números que son la envidia de cualquier defensa en el fútbol argentino de ascenso.
La temporada, hasta el momento, data de seis encuentros para el mensana contando Primera Nacional y Copa Argentina. El saldo es ampliamente a favor, con cuatro victorias y dos empates, pero no es lo único favorable porque la estructura defensiva del Lobo sigue siendo el punto más alto de este comienzo.
Lautaro Petruchi solo recibió solo un gol en todos los encuentros disputados y fue en el arranque del año en la igualdad con Estudiantes de Río Cuarto 1 a 1. Luego de esa parda, el arco de Gimnasia quedó siempre en cero, logrando tener cinco vallas invictas de manera consecutiva.
Contando ambas zonas, solo un equipo logró tener un gol en contra, además del Lobo: Defensores de Belgrano. Al resto le anotaron más de dos, llegando a casos como Almirante Brown, al que ya le marcaron 9 tantos en los primeros cinco partidos de este 2025.
Con un arquero que empieza a dejar en el olvido a Tagliamonte, una sólida zaga central entre Mondino y González que cada vez se entiende mejor más laterales fiables con opciones en ambos lados, a Medrán le sonríe su estructura defensiva, el fuerte que hace ilusionar otra vez al Lobo.